lunes, 17 de septiembre de 2012

Últimas imágenes de otro país


La tapa de Clarín con la versión oficial de la policía.

Hoy hace diez años de aquel día en que oficiales de la policía bonaerense asesinaron a dos pibes de 21 años, llamados Maximiliano Kosteki y Darío Santillán, que se manifestaban en las inmediaciones del Puente Pueyrredón en Avellaneda, en defensa de millones de desocupados que no tenían de qué vivir.

Tapa de Página 12, Carlos Ruckauf pronosticaba días difíciles y apoyaba la idea de reprimir las protestas sociales.

El presidente Duhalde se hamacaba en el vendaval post convertibilidad, el dólar había casi cuadruplicado su valor pero gracias a la acción rápida de su gobierno las grandes corporaciones habían podido pesificar sus deudas (o sea reducirlas a una cuarta parte de su valor). El FMI mandaba algunos guiños, con postergaciones en los cobros de la deuda: si el ajuste continuaba y se ordenaba la situación social, la Argentina podría retomar la senda de la ayuda internacional.

Diez años pasaron, parece mentira. Era otro país, era otro paisaje, eran otras sensaciones. La primera era la incertidumbre permanente, la ausencia de una idea de futuro más allá de las próximas horas, la convicción de que cada uno de los habitantes de la Argentina estaba por las suyas, sin más apoyo que el de su familia o su entorno. No había más Estado. No había moneda. No había ley.

Las fotos de Pepe Mateos que descubrieron la masacre.

La escandalosa verdad que revelaron las fotos de Pepe Mateos en Clarín y Sergio Kowalewski en Página 12 hizo que la situación política se volviera insostenible: era el propio Estado el que, además de endeudarnos y empobrecernos, organizaba una "atroz cacería" (sic de Duhalde, días después, cuando ya todo estaba descubierto) para generar la idea de que los manifestantes eran violentos.

Hoy hay muchos argentinos y argentinas que valoran las transformaciones inocultables (como aquellas fotos de 2002) que nos devolvieron la confianza y la certidumbre. Más allá de las dificultades que en todas partes todavía se atraviesan, el escenario es tan distinto que parece que se tratara de países distintos, lugares distintos, personas distintas.

Y en parte es así. Muchos cambiamos luego de aquellos años. Y con una enorme cantidad de acciones e iniciativas, Néstor Kirchner y Cristina Fernández demostraron que se podía gobernar en contra de las formas que el neoliberalismo y los "mercados" habían impuesto a partir de 1976.
  • Instaurando el rol del Estado como regulador necesario de toda actividad.
  • Estimulando el crecimiento del mercado interno para generar empleo.
  • Rescatando a millones de indigentes con jubilaciones masivas y la Asignación Universal por Hijo.
  • Recuperando el valor de la Memoria, la Verdad y la Justicia, con los juicios a represores.
  • Promoviendo una integración regional inédita con el resto de Latinoamérica y abriendo canales políticos y comerciales con otros países ajenos a la hegemonía del Primer Mundo.
  • Apoyando la educación, la investigación científica y la innovación como condición imprescindible para el crecimiento.
  • Consagrando derechos, integrando.
  • Impidiendo la represión de las protestas sociales y permitiendo siempre todo tipo de expresión.
  • Poniendo límites a grandes corporaciones mediáticas, abriendo nuevos canales de comunicación.
  • Revalorizando la política como instrumento de participación y cambio.
Necesariamente hay sectores afectados por estas políticas, personas y grandes corporaciones que no se sienten identificados con estas ideas, o recuerdan con nostalgia los privilegios de que disponían hasta hace unos años. Pero luego de cuatro elecciones nacionales, las mayorías siguen sosteniendo el rumbo encabezado por los Kirchner.

En 2002 eran muy pocos los jóvenes como Santillán y Kosteki. Ambos de 21 años, Darío militaba desde los 14, Maximiliano sólo llevaba 2 meses haciéndolo y la del 26 de junio de 2002 era su primera manifestación. Una década más tarde esta también es una señal de las transformaciones: miles de jóvenes se vuelcan a la política, debaten, participan, se movilizan, se expresan y ponen el cuerpo por defender aquello en lo que creen.

Hoy los crujidos que genera el reagrupamiento de la oposición al kirchnerismo en torno a Hugo Moyano y la indefinición sobre cómo y con qué candidato podrá renovarse este gobierno más allá de 2015 abren un signo de pregunta. En el contexto de la destitución de Lugo en Paraguay y las denuncias de Evo Morales de intentos similares en Bolivia, es inocultable la iniciativa neoliberal por retomar el terreno perdido. En medio del repudio de todos los presidentes de Sudamérica los primeros Estados en reconocer a Federico Franco como Presidente de Paraguay fueron el Vaticano y Alemania.

Mañana habrá una manifestación en Plaza de Mayo, convocada por el Sindicato de Camioneros, que concita el apoyo de políticos como Mauricio Macri, dirigentes como los de la Mesa de Enlace o Cecilia Pando, y corporaciones mediáticas como las de Clarín y La Nación. La posición ambigua y expectante del gobernador de la provincia de Buenos Aires Daniel Scioli más parece una estrategia que una indefinición: es indudablemente el principal referente y candidato político de este nuevo grupo A (como aquél que se armó en el Congreso en 2009).

Habiendo producido un golpe de timón fenomenal de 2003 a la fecha, está claro que resta mucho por hacerse y avanzar. Pero estas asignaturas pendientes no son el motor de esta demostración de Moyano y los suyos. Más allá de que el camionero haya apoyado a este gobierno hasta hace unos meses, el grupo que encabeza está enojado precisamente por todo lo que se ha hecho, no por lo que falta.
  • Les molestó la 125 y el intento de revalúo de la tierra en la provincia de Buenos Aires.
  • Los incomoda el enjuiciamiento de represores y torturadores.
  • Los amenaza la posibilidad de que los juicios alcancen a civiles cómplices de aquellos crímenes de lesa humanidad.
  • Los urge la necesidad de impedir vender los activos de los multimedios que poseen, de acuerdo a la Ley de Servicios Audiovisuales que entra en plena vigencia el próximo 7 de diciembre.
  • Los enoja advertir que ya no manejan los hilos de la economía.
  • Les hace perder privilegios.
  • Los perturba la impotencia de tener que someterse a la voluntad de grandes mayorías.
A no confundirse, Moyano y el gobierno no están discutiendo sobre impuestos a las ganancias, acá está en juego qué modelo de país queremos para los próximos años y con qué dirigentes al frente.

Hoy, un día antes de esa movilización a Plaza de Mayo, el conglomerado de agrupaciones kirchneristas que se reunió en abril en el estadio de Vélez, conmemora en un acto los diez años de aquella masacre de Avellaneda. Unidos y Organizados, vamos por un camino en el que tenemos plena convicción, dejando atrás un país del que todavía podemos ver aquellas, sus últimas imágenes. Un país que la gran mayoría ya no quiere.

No hay comentarios:

Publicar un comentario