jueves, 16 de julio de 2009

Un futuro igual al pasado


Hay imágenes que valen más que mil palabras. Hay imágenes que nos ahorran tener que escribir y leer pero que no nos pueden hacer dejar de pensar. Observemos con detenimiento a los personajes de la foto: el senador justicialista Carlos Alberto Reutemann, el presidente de la Sociedad Rural Hugo Biolcatti y el diputado electo por Unión-Pro Francisco De Narváez. Los dos políticos se dan la mano sonrientes, como ansiosos por mostrarse junto al otro; Biolcatti en cambio actúa como presentador, como garante de que todo esté en orden.
Desde mi punto de vista los tres representan gran parte de los aspectos más desagradables de nuestra dirigencia:
  • Reutemann es un dirigente clásico peronista, fue gobernador y hace rato que es senador, gana votos con la pinta y con su fama de corredor de Fórmula 1 pero también lo hace con las habituales prácticas clientelistas: en las últimas elecciones, en Santa Fe, cambió votos por garrafas.
  • De Narváez es un advenedizo dirigente, difícil de encasillar en una organización que vaya más allá de su persona: empezó como menemista, luego duhaldista, luego se fue con Mauricio Macri, se unió a Felipe Solá para enseguida mantenerlo oculto. Millonario más por herencia que por mérito propio, hace gala de su fortuna para comprar todo lo que haya en la góndola (tipo Casa Tía) de la política.
  • Por último Biolcatti es el presidente de una Sociedad Rural que apoyó todos los golpes de Estado del siglo XX y acaba de recordarnos durante la campaña -charlando por TV junto a su compinche de correrías Mariano Grondona- que las prácticas democrática no están entre sus preferidas.
De Narváez, se sabe, es un empresario próspero y cada vez que tiene que explicar cómo está compuesta su fortuna se enrieda más. Reutemann y Biolcatti además tienen campos y tienen mucha soja. Ambos se unieron en el reclamo del sector agrario contra el gobierno y hasta se pusieron al frente de la protesta. Lejos de importarles las formas del gobierno o la contabilidad de los pequeños chacareros que cortaban en 2008 las rutas del país, Biolcatti y Reutemann quieren seguir haciendo negocios. ¿Es malo hacer negocios? No, pero habría que velar también porque no se afecten los recursos naturales que no son sólo patrimonio de los dueños de la tierra: la soja que siembran Reutemann y Biolcatti es la que genera retenciones e ingresos para el Estado pero también es la que arrasa la fertilidad de la pampa a fuerza de glifosato.
De Narváez, al igual que Biolcatti, también desconfía de la democracia, esta semana declaró sobre el golpe de Estado en Honduras que "es una advertencia para todos los gobiernos de latinoamérica". Traduciendo al criollo, De Narváez cree que los golpistas hondureños, en el fondo, tienen razón.
Los tres son millonarios. Los tres son poderosos. Los tres son muy ambiciosos y quieren gobernar, quieren mandar y que las cosas se hagan como a ellos y a sus socios les gusta. Los tres sueñan con ponerse de acuerdo y gobernar el país.
En la foto hay un personaje que no está pero que no podemos dejar de ver: el fotógrafo. Y a través de él, el medio que la difunde. Desde Clarín y su gigantesco poder de generar noticias, ya está instalada desde antes de las pasadas elecciones la idea de estos personajes como los nuevos líderes de la Argentina.
Sinceramente, ¿alguien puede confiar en que ellos van a cambiar la Argentina? ¿Alguien piensa que ésta es la nueva política, la que hará que haya menos pobres, la que hará que menos gente muera por causas prevenibles, la que hará que más gente acceda a una educación, la que hará que más argentinos y argentinas recuperen sus esperanzas y sueñen con un futuro mejor?
Reutemann, De Narváez, la Sociedad Rural y Clarín, ¿qué puede unir a estas cuatro patas bajo una misma mesa si no es la conveniencia? ¿Y cómo podemos traducir "conveniencia" si no es hablando de ganancias mayores, negocios mejores, e impunidad para armar y desarmar a su antojo?
¿Cuándo llegará el día en que volvamos a tener gobernantes que no lleguen al poder con intenciones de enriquecerse? Supongo que el último fue Arturo Illia, aunque eso no basta para decir que fue un buen presidente. Esta semana acaba de difundirse la noticia del repentino aumento patrimonial del matrimonio presidencial en pleno ejercicio de sus cargos. Es un escándalo tan grande que excede mayores comentarios. Sólo es un triste ejemplo más del verdadero motivo que impulsa a estos dirigentes hacia la cima del poder.
La derecha está agazapada esperando su oportunidad para recaudar con su estilo salvaje. Luego de la fiesta menemista de los 90, luego del festival de fuga de capitales y pesificación de las deudas a comienzos del siglo, tuvieron que sentarse a esperar que se apagara el incendio que ellos mismos habían encendido. Y ahora opinan que les toca de nuevo a ellos.

miércoles, 1 de julio de 2009

Elecciones

En primer lugar es importante destacar la limpieza y la transparencia de las elecciones. Luego de una de las votaciones más irregulares desde que se recuperó la democracia –aquélla en la que se eligió a CFK como Presidenta– los reclamos y las advertencias de la oposición hicieron que esta vez las trampas fueran más complicadas de implementar. Mucha gente llevó boletas, algunos pícaros intentaron cambiar o destruir las que había en los cuartos oscuros, pero el permanente control de los fiscales de los distintos partidos hizo que se solucionara rápidamente cualquier situación.

En general en las escuelas hubo orden, se terminó a horario sin demasiadas quejas. Queda sí lamentar el desinterés de la gente por ir a sufragar, con el porcentaje de votantes más bajo desde que volvió la democracia, porcentaje seguramente agravado por la epidemia de gripe que hizo que muchos prefirieran quedarse en sus casas.
La gripe, por cierto, fue una de las protagonistas de la jornada, con rostros tapados con barbijos, manos con guantes de látex y alcohol en gel a disposición en cada mesa. Los que tuvimos que fiscalizar en Buenos Aires – en mi caso San Isidro– pasamos una larga y fría jornada, que empezó antes del amanecer y terminó también de noche, para colmo con lluvia. La decisión de adelantar las elecciones chocó también en este punto con el sentido común que indica que no se puede movilizar a todo un país el día del año que más frío hace. Pero el sentido común es un sentido muy poco común, últimamente.

Hemos elegido, nos hemos expresado como sociedad y en este punto también cada uno saca sus conclusiones. ¿Cómo leer una urna llena de sobres? Al día siguiente de la derrota –y horas después de que su marido renunciara a la Presidencia del PJ– Cristina Kirchner encontró la manera aparentemente científica y estadística de demostrar que el gobierno había ganado las elecciones.

Desde mi punto de vista la sociedad se expresó contra una manera de hacer política basada en el uso de la fuerza, la amenaza y la imposición de hechos consumados. Desde lo que yo pude interpretar, los votos piden debate y no órdenes, reclaman intercambio de ideas y consenso, exigen que los políticos gobernantes y opositores se sienten a trabajar en pos de un país más justo, más solidario, más previsible y más normal.

Pero se sabe que a estos políticos no les interesa mucho dialogar con la sociedad, mucho menos oír lo que la sociedad tiene que decirles a ellos. Y al día siguiente del comicio, algunos de los que ganaron empezaron a candidatearse para la Presidencia 2011; y los que perdieron se preocuparon más por no desaparecer del mapa político y aferrarse a sus privilegios que por entender un mensaje y ver qué pueden cambiar.

Da la sensación de que la mayoría de los políticos está más preocupado por mandar que por ver con quién se juntan para hacerlo; parece que están más interesados en gobernar que en resolver los problemas; y que están más decididos a dar rienda suelta a sus ambiciones que a ofrecerse generosamente a construir un proyecto.

La experiencia de la que formo parte –el partido Nuevo Encuentro– sigue siendo una alternativa, por suerte no la única a la vista. Además de la elección como diputados de Martín Sabbatella y Graciela Iturraspe, fue una gran noticia la elección de Pino Solanas en la Capital Federal. Un dato: entre Proyecto Sur y Nuevo Encuentro se juntó casi un millón de votos sólo en la ciudad y la provincia de Buenos Aires.

En ambas fuerzas y en otros partidos también hay gente muy valiosa, políticos que trabajan seriamente y no ponen delante de cualquier debate sus ambiciones personales ni su voluntad de llegar al poder. Martín Sabbatella, Pino Solanas, los dirigentes de la CTA, Hermes Binner y otros socialistas, Luis Juez, economistas como Claudio Lozano y José Sbattella, educadores como Alicia Argumedo, defensores de los derechos humanos como Adolfo Pérez Esquivel, luchadores sociales como Jorge Ceballos. Seguramente la lista puede duplicarse sin temor a disminuir la calidad ni el prestigio de la misma. Gente seria, gente coherente que no anda cambiando de discurso según le convenga, gente que se puede poner de acuerdo en un montón de temas. Claramente, a mi juicio, es toda gente que debería estar más junta, que separada.

No sé si esto es posible, muchos de ellos ya trabajan juntos o lo han hecho en el pasado, aunque la lista grande de dirigentes progresistas que hoy podrían constituir un partido fuerte y transformarse en una verdadera alternativa es una incógnita. Estamos hablando de transformar la realidad y para eso no alcanza con declaraciones altisonantes ni con ambigüedades.

Es hora de que muchos y muchas empecemos a elegir desde hoy –no esperar al 2011, por favor, cuando sea demasiado tarde– qué país queremos y qué dirigentes queremos que nos representen. Y es hora también de que nuestros dirigentes elijan qué proyecto van a construir, si el de una fuerza progresista y verdaderamente democrática que renueve la política y ofrezca esa nueva alternativa o el de conformarse con la denuncia y la oposición a lo que seguramente seguirán haciendo los que todavía nos gobiernan.

La derecha ya está agazapada frotándose las manos, con nostalgia de la fiesta que vivió en los años ’90. ¿Qué vamos a hacer nosotros?