martes, 10 de agosto de 2010

¿Qué debe hacer un militante?

Somos parte de un partido que se propone como una alternativa a las construcciones políticas tradicionales de la Argentina y que hace de la coherencia entre las ideas y las acciones uno de sus principales ejes. Desde este punto de partida, y a diferencia de lo que pasa en otros partidos, la militancia del Encuentro está integrada casi en su totalidad por personas que no están rentadas, que no viven de la política y que emplean parte de su tiempo libre para dedicarlo a la política.


Esto genera que nuestras acciones tengan a veces una dificultad concreta a la hora de llevarlas a cabo, dada la falta de tiempo, de energía o de recursos, complicaciones todas provenientes de las condiciones de las que partimos como constitutivas de nuestra identidad, como definición colectiva respecto de cómo ejercer la política.

¿Qué hacer entonces? ¿Cómo romper esa lógica según la cual queremos cambiar las viejas formas de militar en la Argentina pero quedamos atrapados de la imposibilidad de concretar las nuevas? ¿Cuáles son los límites de esta disyuntiva?

Parte de las respuestas que se buscan tal vez empiecen a aparecer si se admite que la militancia, como toda actividad en la que uno pueda involucrarse, genera derechos y obligaciones para con el resto del grupo en el que uno se inserta.


Resulta obvio, pero fundamental, aceptar como punto de partida que la militancia es una actividad plenamente voluntaria y libre, en la que nadie debe sentirse obligado a hacer algo con lo que no esté de acuerdo o que vaya contra sus intereses o convicciones. Pero también debería estar igualmente claro que, como actividad colectiva que es, las responsabilidades deberían estar asumidas de forma solidaria por el conjunto de quienes las deciden, las discuten y las aceptan.


En nuestro grupo da la sensación de que el debate ideológico es muy rico y son muchas las voces que se oyen al respecto en las diferentes reuniones en que se plantea; sin embargo no pasa lo mismo cuando se trata de debatir cuestiones estratégicas, iniciativas concretas o actividades que se proponen para organizar. La falta de debate al respecto podría interpretarse como un acuerdo tácito y elocuente o también como una dificultad a la hora de disentir con lo que se está proponiendo.


Si vamos a un ejemplo concreto, se plantea la idea de una actividad como abrir una mesa y es habitual que una pequeña minoría de nuestros militantes se ofrezca. Si entre todos estamos de acuerdo en que la difusión de nuestras ideas es importante y que nuestra presencia permanente en la calle, de cara a los vecinos, es fundamental, entonces también todos deberíamos asumir esta responsabilidad. La tarea consiste en estar cada tanto (pongamos al menos una vez por mes) dos o tres horas en la calle, conversando con la gente, repartiendo volantes, vendiendo periódicos, difundiendo nuestras actividades; si este esfuerzo se divide entre todos, su dimensión se achica y se comparte, lo que lo hace más llevadero. Sin embargo esta lógica se aplica sólo parcialmente en la realidad.


El mismo razonamiento puede aplicarse al tema fundamental de nuestro financiamiento. Nuestro partido no se financia a través de cargos en el Estado ni por medio de fondos en negro aportados por empresas. Por el contrario, son los propios militantes los que, por medio de bonos y de forma absolutamente transparente, a portan para cubrir los gastos que se generan.


En lo particular, está claro que hay responsabilidades asumidas, como alquilar el local para nuestra sede o imprimir material para difundir nuestras actividades, y que éstas no son compartidas de forma equitativa por todo el grupo, algunos ponen más que otros, y varios no ponen nada. Tal vez muchos no estén en condiciones de aportar de sus propios bolsillos, pero nadie está exento de buscar alternativas y hacer un esfuerzo por conseguir los recursos o producirlos de alguna otra manera para repartir entre todos el esfuerzo económico.


Esta idea simple de repartir entre todos el esfuerzo militante se complica a la hora de ponerse en acción, aún habiéndose producido un claro aumento del número de militantes en los últimos meses. Más allá de explicaciones concretas que puedan explicar algún que otro caso, tal parece que lo que falta es más debate sobre cómo manejarnos, qué iniciativas tomar y cuáles no, para no generarnos expectativas ilusorias, que después no podremos cumplir y que por consiguiente nos generarán frustración.


A continuación se destacan algunas de las acciones concretas que como militantes solemos encarar, la lista de las responsabilidades que entre todos deberíamos asumir.


Financiamiento

  • alquiler de nuestra sede.
  • materiales necesarios para el desarrollo de actividades.


Difusión

  • promoción y venta del periódico partidario.
  • apertura de mesas, volanteo, charla con vecinos.


Capacitación

  • organización de charlas, cine-debate.
  • participación en seminarios, charlas, cursos, etc.


Vinculación con otros militantes y dirigentes

  • organizaciones sociales.
  • representantes de otros partidos del Nuevo Encuentro.
  • representantes de organizaciones sindicales.


Desarrollo de áreas de interés:

  • juventud.
  • género.
  • sindical.


Participación en:

  • actos.
  • marchas, demostraciones de protesta.
  • plenarios o asambleas partidarias.


Interpelación en temas territoriales

  • Concejo Deliberante.
  • diagnóstico de conflictos locales.
  • difusión local, desarrollo y redacción de un medio de difusión local.

Atención a requerimientos legales

  • afiliaciones.
  • adhesiones.


Como se advierte, la cantidad y variedad de actividades y responsabilidades a cubrir es inmensa. En esta instancia en la que todavía estamos formándonos como grupo de trabajo tal vez sería contraproducente pretender cumplir a rajatabla con todos estos objetivos, se sabe que el que mucho abarca, poco aprieta. Pero bueno es tener presente a qué se le apunta para que poco a poco vayamos encontrando las formas en que todo esto vaya siendo posible y de forma que nadie resulte sobrecargado o perjudicado.